26.2.08

Una habitación con fragmentos de dos.


Fragmentos de la novela Diablo Guardián por Xavier Velasco


¿Pero cuándo el amor es propiamente amor? ¿Puede uno amar a quien le acompañó por
una hora? ¿Por dos horas, dos meses, dos años, dos minutos? ¿Se ama a quien se
conoce, justamente por eso, o es quizás al revés: conocemos para mejor
desconocer, y así poder amar sin estorbos de la realidad? ¿No es cierto que
quienes más se aman son a veces quienes menos se conocen? Ni una sola de esas
preguntas se plantea jamás para buscar respuesta verdadera. Ninguna la tiene, ni
la tendrá, a menos que uno decida imponérsela, casi siempre de acuerdo con su
más absoluta inconveniencia.Incluso sin respuesta, lanzadas al espacio
estratosférico de los propios insomnios, las preguntas que apuntan hacia la probable
existencia del amor suelen aparecer cuando no queda tiempo, ni voluntad, ni
siquiera osadía para ponerlas en duda. Preguntarse si por casualidad se ama
equivale a plantear una alternativa entre felicidad y desdicha, buena y mala
fortuna, besos y bofetadas. Se elige ser feliz, besado, afortunado, aun en la
certeza de que sucederá lo opuesto, igual que se le dice 'que te vaya bien' a un
enfermo terminal. Elegimos a veces a costillas de la convivencia y el sosiego,
por razones tan inaccesibles como irracionales, por eso las preguntas laten sin
respuesta, y al final son capaces de aceptar a cualquiera.El amor es lo más
parecido a las mentiras. Justifica u opaca a la razón, por derecho o torcido que
parezca, no requiere de justificaciones, se reproduce a la menor provocación y
exige todo el crédito del mundo. Además de que nadie o casi nadie pueda vivir
tranquilo en su total ausencia. Por eso, cuando vienen las preguntas, lo hacen
acompañadas de su correspondiente hilera de respuestas obvias. Sí. Claro. Por
supuesto. Para siempre. ¿Por qué no? Cualquier cosa con tal de no quedarse en
esta orilla solitaria, qué más da si después del amor está la nada.¿O es que
alguien está aquí sin entender que al final de la vida no queda más que muerte?

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