30.3.07

Los crápulas opiáceos

vía: La Enciclopedia libre
Tengo la romantica teoría de que son los libros los que nos eligen. Uno se cree que es libre de leer el libro que prefiera, pero en realidad son ellos los que deciden si van a ser leídos por nosotros o no. Así que no me estreso si de repente un libro no me entra bien. Será que no está hecho para mi, que fuí tozuda en su elección, pero el no quería que lo secuestrase de su estante.

El miercoles estaba en la biblioteca buscando en las bases de datos algo sobre Paul Valery (porque Pess me creó una nueva curiosidad sobre ese autor, del que sólo leí algo de poesía, pero nada de ensayo) cuando apareció ante mis ojos ese título. Los crápulas opiáceos. Como soy muy gamberra enseguida me llamó la atención. Me eligió el librito, me lanzó el tentáculo, y no pude resistirme. La autora se llama Eva Escribano ( se diría que está predestinada para escribir) y solo tenía 18 años cuando ganó el XVIII premio fundación Caixa Galicia, Rúa Nova de Narracións Xuvenís 2006 en lengua castellana. Una geniecillo. Está según mi parecer muy bien escrito y muy bien documentado. Y es que el tema es de los que me gustan a mi. Vidas de poetas.Y si son malditos mucho mejor. A mi el malditismo me pone mucho. En este caso vidas de semificción de poetas ingleses y franceses contemporáneos de Rimbaud y Verlaine(aquí un moderno poema sobre los que tanto escandalizaron) ambientada en el Londres de 1872. Un placer de lectura. Yo que devoro los placeres, que soy incapaz de disfrutar lentamente, me lo leí en dos días y me lo pasé de miedo.

Y lo mejor que es otra vez he vuelto a soñar con Rimbaud. Ese maravilloso, ese fabuloso... que a veces me visita, y ya he vuelto a mis adicciones ( que no es el opio) e imagino que me visita El y me habla, conversamos durante horas sobre el mar y la eternidad... Soñar es gratis.

1 comentario:

Marina al fin dijo...

Saludos Marina.

Simple y llanamente, he saltado de la silla al ver que tenías en tu blog -hace ya tiempo- un espacio para ese libro del infierno como son "Los crápulas", tan mío, tan enviciado y tan esclavo de una época anterior a la que ahora vivo. Una a veces se vuelve algo orgullosa, y quiere ver la extensión que su nombre tiene por la net y claro, de vez en cuando van apareciendo más y más cositas y una sigue mirando, como un ratoncillo en busca del queso. En fín, te comento que para el libro yo quise poner en la portada precisamente el cuadro de Fantin Latour, donde Verlaine sale tan Verlaine y Rimbaud sale tan Rimbaud. Ellos solos y nadie más, en su totalidad. Fue una pena que el Orsay no concediera los derechos para sacar la imagen y bueno, conté con las ilustraciones de Fausto, que me parecieron muy simpaticonas y graciosas.

En cualquier caso y perdona que te escriba después de tanto tiempo, muchas gracias por esa breve mención. No suelo ni me gusta vivir anclada en el pasado y mis crapulillas son ya pasado e intento no retornar ante ellos por decepcionarme. De todos modos una palabra, tanto buena como mala, de alguien completamente desconocido y anónimo tiene para mí una dimensión finita, un imperativo por sí solo al que plegarme. Una pieza más de información. Escribo para mí, como dicen muchos, pero también me gusta que los otros experimenten lo que yo soy capaz de autoprovocarme o autoafectarme con la escritura. Y si mi librete te eligió en cierto modo me siento completamente triunfadora. "Lo pasé de miedo", dices, "Me lanzó el tentáculo"... Para mí eso tiene más valor que cualquier crítica sobre la construcción estética de la obra en cuestión. Y si conseguí en su momento lanzarte a golpe de pipa hacia Rimbaud, hacia ese saco de testosterona andante, pues me alegro. Y si conseguí que lo devoraras, pues me alegro, y también me alegro de que tu pupila quedara un poco más maltrecha, lo que nos pasa a los que inexorablemente nos dirigimos hacia la vista cansada.



Un auténtico placer, Marina.

Un beso con aroma de opio y de manzana.
Luciand de Charleville